Capitulo uno

Eran mis primeros pasos como domina, había tenido algunos escarceos con la sumisión y la dominación. Un día me vino recomendado un sumiso parecía buena gente,  cordial, amable, respetuoso y conocedor de los rituales.

Empezamos a hablar asiduamente cada día me satisfacía más la sensación que me proporcionaba el sumiso en cuestión.

Trascurridos unos días le propuse mantener una relación sumiso domina y el aceptó. Fuimos conociéndonos poco a poco, nuestros gustos, preferencias sexuales y cada día que pasaba tenía la seguridad de que nos compenetrábamos a la perfección.

Nuestras fantasías más ocultas iban saliendo poco a poco a la luz, y mi sumiso tenía la necesidad de complacerme en todo momento. El deseo y las ganas cada día eran más fuertes, hablábamos a diario y el ardor mutuo era irrefrenable.

Tome una determinación, teníamos que conocernos, pasar un día juntos dando rienda suelta a nuestras fantasías, y así decidí conocer a mi sumiso.

Diario de mi fantasía oculta.

Capitulo dos.

Llegó el día todo estaba preparado para conocer a mi sumiso, había llegado al hotel antes de la hora para tener todo listo para nuestra primera sesión.

Dispuse en una mesa todos mis artilugios la fusta las cuerdas las velas... tenía mi ropa preparada, un corset con gran escote que dejaba ver  mis grandes y redondeados senos, unas medias de rejilla y unas botas de gran tacón.

Puse la calefacción a 30 grados quería un ambiente cálido, prepare el baño, era lo primero que quería hacer y me vestí. En esos momentos llamaron a la puerta, era él.

Abrí la puerta con semblante serio y autoritario allí estaba frente a mí con la cabeza gacha y de sus labios salió un a sus pies señora mía, le hice pasar con un gesto, llevaba puesto su collar, cosa que me complació de antemano.

Le desnude por completo y le puse su cadena echando un vistazo a su cuerpo, le rodee y di un azote a sus nalgas firmes, le dije vamos mi perro de rodillas y sígueme, dando un tirón de la cadena.

Me dirigí al baño y una vez allí me replico señora pero vengo duchado, esta vez le azote con la cadena y dije muy seria nadie te autorizo a hablar harás lo que se te diga en silencio, entra en la bañera ya.

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Capítulo tres

Ahí estaba en la bañera, totalmente desnudo con las manos atadas a la espalda y con la mirada gacha.

Abrí el grifo, deje salir el agua y sin pensarlo le di un remojón con agua fría, se estremeció y me miro fijamente, cogí fuertemente su pene y le dije en voz baja, no tienes permiso para mirar a tu señora, bajo al instante la cabeza, aunque note como su polla se endurecía entre mis dedos.

Empezó a salir el agua tibia, y rocié su cuerpo me dispuse a enjabonarlo. Pase mi mano llena de gel por su pubis enjabonando bien toda la zona genital, la erección era ya muy evidente, y le replique veo que mi perro esta deseoso.

Empecé a rasurarlo despacio con cuidado y veía como su cara cambiaba, intentaba contener su deseo, yo consciente de su ardor, pasaba la mano por su pene mirándolo directamente a los ojos y viendo como intentaba resistir.

Una vez terminado le enjabone el resto del cuerpo, le aclaré y dando un tirón de su cadena salió de la bañera. Le puse la toalla alrededor de la cintura, dándole una orden directa se puso a cuatro patas y me lo lleve a la habitación como el perro que era, eso si bien limpio y con sus genitales rasurados.

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Capítulo cuatro

Una vez estuvimos en la habitación, le hice levantar le pedí que me diera el encargo que le había hecho, saco de su bolsa un paquete pequeño, bien envuelto en un papel elegante, lo cogí y saque su contenido, eran unas braguitas negras de encaje, me dispuse a ponérselas viendo como sus mejillas enrojecían, hice diera vueltas sobre si mismo y comente en voz alta, ummm que culito te hacen dándole una fuerte manotada.

Volví a tirar de su cadena y se arrodillo inmediatamente, le di un paseo por la habitación sacándolo a la terraza, donde se quedó de rodillas con la cabeza entre las piernas, mientras yo me fumaba un cigarrillo.

Con un gesto serio le di a entender que me siguiera hasta el lado de la cama, saque las cuerdas y me dispuse a atarlo fuertemente, ate sus tobillos pasando la cuerda por detrás y cogiendo sus muñecas,  luego junte bien sus brazos y los rodee con la cuerda, terminando finalmente anudando la cuerda en su cuello.

Me puse delante de el diciéndole muy seria y susurrándole al oído, te quiero muy callado, como escuche el mínimo sonido salido de tu boca, te pondré la mordaza, y me prepare para jugar con mis vibradores frente a su cara.

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Capítulo cinco

Me di la vuelta y baje mis braguitas, de forma que mi culo quedo a escasos centímetros de la cara de mi sumiso, pude sentir su aliento en el, las deje caer  justo a su lado y me senté en la cama.

Le dije ahora jugare un poco mientras tu perro obediente estas ahí quieto mirando. Abrí mis piernas dejando a la vista todo el esplendor de mi sexo ante el, comencé a acariciarlo con mis dedos, estaba cálido y húmedo, mi sumiso miraba atento cada movimiento de mi mano, introduje un dedo para humedecerlo y al sacarlo se lo puse frente a su boca y le pregunte, quieres saber a que sabe tu ama . El afirmó con la cabeza, me reí y le conteste ahora no y seguí jugando.

Encima de la cama tenía mis bolas chinas, las agarré y poniéndolas ante él le dije lamelas, una vez mojadas con su saliva, las pase por mi vulva introduciéndolas muy despacio dentro de mí, la cara de mi sumiso de desencajaba por momentos y su pene cada vez estaba mas duro y grande. Continué metiendo y sacando las bolas de dentro de mi coño mientras me estremecía de placer. Las saqué, humedecí uno de mis dedos y se lo di a probar a mi sumiso, chupo mi dedo con ansia y deseo, entonces le cogí de su pelo acercándolo a mi y le dije ahora si perro lascivo, ahora lamerás el coño de tu dueña.

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Capitulo seis

Se empleo a fondo, no dejo ni un cm de mi sexo sin lamer, hasta que irremediablemente me corrí en su boca. Le aparte de mí con un pie, siguiendo unos instantes tumbada en la cama.

Me levante y me dispuse a desatarlo, fue cuando me di cuenta de su gran erección. Me agaché y le cogí del pene, diciéndole umm veo que te excito comerte a tu señora, soltando una risa picara.

Desate los nudos que le había hecho, y quite la cuerda de su piel, le di agua para que calmara su sed y le dije ya sabes lo que toca ahora verdad.

Deje se sentara mientras preparaba todo lo necesario para a momificación, mientras ponía a mi alcance el papel film, la cinta aislante, un antifaz de algodón y unas tijeras de punta redonda, no sabia si la cosa se complicaría y las necesitaría.

Puse a mi sumiso en pie, con las manos pegadas al cuerpo, pase la cinta por sus muñecas dejándolas sujetas a él, le puse el antifaz de algodón para proteger sus ojos del sudor, y uní sus tobillos con la cinta, ya estaba listo para empezar.

Comencé a envolverlo por la cabeza dejando libres la nariz y la boca, seguí por el torso bajando hasta su cintura, di varias vueltas y deje su pene al descubierto,

Quería practicar juegos con él mientras estuviera momificado, seguí bajando hasta los tobillos, ya estaba totalmente cubierto ahora era tiempo de tumbarlo y dejar que se relajara.

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Capitulo siete

Allí estaba él privado de visión y sonido, con su cuerpo totalmente inmóvil mientras yo le observaba sentada frente a la cama, deje pasar unos minutos antes de aproximarme, me deleitaba con la visión de mi sumiso ahí abstraído  de todo lo que sucedía a su alrededor.

Me senté muy despacio a su lado, observe su miembro casi erecto, casi sin tocarlo acerque mi boca a él, pase mi lengua desde la base hasta su capullo, la reacción fue inmediata.

Lo cogí firmemente y lamí el enorme capullo babeante, lleno de jugos de mi lascivo sumiso, de su boca se escapo un gemido, sabia que su estado de excitación era superior, lo metí en mi boca succionando muy despacio con delicadeza, no quería que se corriera en mi boca, extendí mi lengua apretándola contra su pene de forma que rozara con mi paladar.

De pronto escuche “no señora por dios si sigue así me correré” haciendo caso omiso de lo que mi sumiso decía seguí, continué acompañando mis movimientos con la mano mientras metía su polla lo mas dentro posible de mi boca. Notaba como sus venas crecían bajo mi mano, el capullo aumentaba la regurgitación de sus jugos cada vez mas espesos, mas salados, mi sumiso intentaba alzar su pelvis a un ritmo mas fuerte, y cuando estaba casi a punto pare escuchando un intenso y largo reproche, al que conteste no perro no te tendré en celo hasta finalizar la sesión.